Un destino de grandes emociones y experiencias por descubrir, con una gran extensión de planicies y colinas enmarcadas del piedemonte andino, rica de historia colonial y precolombiana, está habitada por múltiples etnias y mestizaje, el llanero seria el mismo Gaucho o Caw Boy criollo digno de conocer atraves de su folclor y costumbres. 

Luego de una breve visita a Bogotá y parte de la ruta Altiplano Muisca nos adentraremos hacia los Llanos Orientales  descendiendo la accidentada cordillera central por entre profundos cañones para divisar el extenso llano, su capital Yopal es el centro neurálgico del petróleo, del joropom la vaquería y de gente recia como su inmenso llano. Merece una breve sosta, visitar sus alrededores como el garcero y Pore; probar sus platos típicos como la famosa carne a la llanera. Luego de los preparativos para afrontar la extraordinaria aventura como si fuera un safari por la gran sabana Africana tomaremos dirección oriente hasta donde la sabana se confunde con el Amazonas. La reserva Wisirare es un oasis naturalistico que pupula de vida acuática anfibia terrestre y aérea. Sosta a Orocue sobre las orillas del imponente rio Meta que cruzaremos en planchón al otro día y si tenemos suerte veremos las Toninas “delfines rosados”. Nuestro destino es la finca Quirpa donde se podra vivir la auténtica tradición llanera y desde allí organizar giros diarios en jeep o a caballo por esteros, lagunas y comunidades indígenas.  De regreso a la capital podemos escoger la ruta de Villavicencio y hacer un salto a la serranía de la Macarena que en su justa época regala la magia de un rio con algas endémicas de 7 colores.